Instantáneas

Por Jesus Ruíz Nestoza

Amengual recurre no a los finos pinceles de pelo de marta, sino a lo que habitualmente llamamos «brocha gorda», los pinceles para pintar paredes o grandes superficies, porque en su obra insiste en la instantánea del gesto de la persona retratada y la instantánea del gesto que realiza el pintor al retratar a su modelo.

Parado frente a una de sus enormes obras, explica que en ellas no hay retoques. Es que no hay lugar para rehacer ninguna línea. El más pequeño retoque echaría a perder la fuerza del gesto que más que deslizarse golpea la superficie del cuadro, y se extiende como un río desbordado.

De estos trazos se desprende no sólo la energía y la pasión que pone el artista en cada uno de sus cuadros, sino también van formando los retratos en los que la urgencia no desprecia los sentimientos del modelo que va cargado de una rica serie de sensaciones.

En su taller, rodeado de pinturas y muebles antiguos de singular belleza, se entusiasma hablando de sus trabajos, mientras en la habitación de al lado, el estudio de diseño gráfico, lleno de computadoras, contrasta por su asepsia con el desorden vital de su estudio de pintura.

Amengual abre carpetas y muestra sus trabajos y proyectos tipográficos, los que tuvieron éxito como aquellos que no llegaron a buen término. Es consciente que se aprende tanto de los triunfos como de los fracasos.

Extracto del artículo publicado en el suplemento Cultural del diario ABC, el 25/11/2001. Con motivo de la muestra “Dos Memorias” en Asunción.